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El estrés térmico puede ocasionar temblor, falta de coordinación y colapso neurológico. También provoca deshidratación, coagulación de la sangre dentro de los vasos, colapso respiratorio y finalmente la muerte del animal.
El estrés por calor tiene mayor incidencia en animales con problemas sanitarios previos (por ejemplo, neumonías crónicas) y en aquellos con pelaje color negro. También tiene una incidencia mayor en animales jóvenes y en los muy gordos.
Hay categorías de animales más susceptibles al estrés térmico. Así, los terneros de destete precoz, los animales Holando y los novillos terminados para venta requieren tener acceso a algún tipo de sombra natural o artificial. La media sombra permite reducir la temperatura entre 1 y 3 ºC. La altura debería ser entre 3 y 4 metros como mínimo (para que circule el aire libremente).
No obstante, el sistema más recomendable para mitigar el calor es rociar los animales y la superficie del suelo. Esto último se puede hacer con un camión regador que distribuya agua dentro de los corrales o colocando aspersores, así se reduce el calor que viene del suelo. Se debe regar una superficie de 2 metros cuadrados por animal. El suelo tiene que estar húmedo, pero sin hacer barro.
En verano los animales consumen la mayor parte del alimento al atardecer, lo cual les permite disipar el calor asociado a la digestión durante la noche. Por lo tanto, a partir de diciembre y hasta principio de marzo, es conveniente suministrar una mayor proporción de la ración a la tarde para que los animales tengan comida fresca al momento del pico de consumo.